No sé tú, pero yo en el colegio era pésimo en matemática.
Se me hacía sumamente difícil resolver los ejercicios que mis amigos solucionaban con facilidad.
«No entiendo, ¿cómo lo hacen? – es difícil» – solía decir.
Y, evidentemente, mis notas en el colegio reflejaban esta realidad.
Recuerdo que algunos días después de contarle a mis profesores que postularía a ingeniería, la psicóloga de mi colegio me llamó a su oficina para decirme que mejor postulara a otra carrera.
Me dijo que iba a bajar el promedio de nota del colegio y eso afectaría su reputación.
Cómo aprender algo difícil
Yo hice lo mismo que tú harías en esa situación: decidir postular igual.
Le pedí a mi madre que contratara un profesor particular de matemática para poder entender, de una vez por todas, cómo funcionaban las matemáticas.
«Resuelve este ejercicio» – me dijo el profesor al darme uno de los ejercicios más complejos del curso.
«No sé cómo, le dije. Ése ejercicio es difícil». – reclamé yo.
Lo que me dijo a continuación marcó mi vida para siempre.
«Es feo, pero no difícil».
«Míralo de nuevo. Míralo con calma. Resuélvelo paso por paso».
En ese momento me di cuenta que antes de revisar el ejercicio detalladamente ya había decidido no resolverlo.
Ya había desistido, fracasado y renunciado antes de tomarme el tiempo de revisarlo con calma, ver qué partes sí sabía, qué partes no y, especialmente, qué podía aprender para poder resolverlo.
«Feo, pero no difícil». – pensé nuevamente.
Así es como ingresé a ingeniería – aunque luego me cambiara (eso ya es otra historia) – y así es como me convertí en uno de los alumnos con mejores notas en cursos relacionados a números.
Desarrolla esta mentalidad
Recuerdo claramente que, pese a no estar seguro de poder resolverlo, decidí dejar a un lado la crítica, la justificación y la culpa del pasado y regalarme la oportunidad de ver el ejercicio con curiosidad.
Tal vez había una parte del ejercicio que sí sabía, tal vez no.
Pero de algo estoy seguro hasta el día de hoy: no hay nada en la vida que no puedas aprender a hacer.
Y es que de «no saber» a «saber» hay un solo paso: aprender.
Lo único que necesitamos es pasar de una mentalidad de crítica a una mentalidad de curiosidad.
Una curiosidad calmada, metodológica y detallada.
Una mentalidad que nos permite darnos la oportunidad de ver aquello que nos parece complejo, difícil, tedioso o – hasta cierto punto – imposible como algo que simplemente aún no nos hemos tomado el tiempo de aprender.
Con esta mentalidad quiero que en adelante veas los problemas, retos y dificultades de la vida:
«Es feo, pero no difícil».
Tiene diferentes variables, elementos, piezas, procesos sí, pero no es difícil.
- Míralo de nuevo.
- Míralo con curiosidad.
- Míralo con calma.
- Resuélvelo paso a paso.
Créeme, te irá mejor en la vida.
Te irá mejor porque a diferencia de la mayoría de personas, cuando no sabes cómo hacer algo que es importante para ti, aprendes.
Mientras los demás critican, juzgan, hablan sobre sus debilidades, sobre por qué es difícil y las razones por las cuales no podrían hacerlo, tú ya diste el primer paso para aprenderlo.
Hoy quiero que utilices este mismo concepto para aprender a manejar tus emociones.
Aprende a manejar tus emociones
Hace unos días publiqué un artículo junto al enlace para descargar la guía sobre cómo manejar tus emociones.
En aquel artículo te hablé sobre la importancia que tiene esta habilidad en tu capacidad de relacionarte con los demás, de liderar efectivamente y – en esencia – de disfrutar más de la vida.
También te mostré los tres pasos que conforman el camino para desarrollar esta habilidad:
- Reconocer la emoción que te gustaría sentir con menor frecuencia y/o intensidad.
- Entender qué beneficios te trae sentirla (sí, te da beneficios – lee algunos aquí).
- Aprender a manejar tus emociones con conceptos, estrategias y técnicas efectivas.
Ahora es momento que decidas ver este proceso de aprendizaje con la nueva mentalidad que hemos desarrollado: metodológica, calmada y paso a paso.
Domínalo, y recién luego, ve al paso número dos.
Sigue este proceso hasta terminar la guía y habrás desarrollado una de las habilidades más importantes del siglo XXI: la inteligencia emocional.