Cómo hacer que se cumpla lo que pides

Cómo hacer que se cumpla lo que pides
     

En mi ceremonia de graduación, el fotógrafo me pidió que me sentara para la foto protocolar.

«Sonríe» – me dijo.

Yo lo intenté, pero lo que reflejó mi rostro fue los nervios que sentía.

Él tomó la foto, yo me puse de pie y ambos continuamos con la agenda del evento.

Mientras caminaba pensé en que hubiese sido mejor que me dijera:

«Todo va a salir bien, lo difícil fueron todos esos años en la universidad. Ahora es momento de celebrar».

Aquella frase hubiera influido en cómo me sentía, por lo que era muy probable que sonría – incluso sin que me lo pida directamente.

No le di importancia a ese pensamiento por un tiempo, pero algunos años más tarde la escena se repetiría en una área diferente de mi vida.

Esta vez, era yo quien pedía algo que no era fácil cumplir; sin antes generar un cambio en el estado emocional.

  • «Cuéntame cómo te sientes» – le dije a mi esposa.
  • «Estoy bien, gracias» – me respondió.

Su respuesta me enojó porque pensé que no quería contarme.

No fue inmediato, pero luego me di cuenta de que esa semana había estado enfocado, principalmente, en el trabajo.

Durante todos esos días había esta ausente emocionalmente y, de un momento a otro, le pedía que abriera su corazón y me contara cómo se sentía.

Tenía todo el derecho de no poder expresar sus emociones.

Así como yo quería sonreír el día de mi graduación, mi esposa quería contarme pero no podía y repetirle que lo haga no iba a contribuir.

Por esa razón, la pregunta que debía hacerme a mí mismo no era «¿por qué no me lo quiere decir?», tampoco debía preocuparme por «¿cómo la convenzo para que lo haga?».

Sino, por el contrario, mi enfoque debía estar en «¿qué debo hacer diferente para que lo pueda hacer?»

Le mencioné que estaba bien si por ahora no me lo contaba, le dije que la entendía y le pedí disculpas por haber estado lejos emocionalmente.

Nos abrazamos y, cuando menos nos dimos cuenta, ambos estábamos conversando sobre cómo nos sentíamos.

Creo que, de alguna u otra manera, diariamente nos encontramos con situaciones similares.

Ocasiones en las que creemos que pedir algo es suficiente.

¿Cuántas veces, por ejemplo, decimos algunas de estas frases esperando que se cumplan con solo decirlas?

A tu pareja:

  • «No te estreses»
  • «Ya no pienses en eso»
  • «No te molestes»

A tus hijos:

  • No llores
  • Alégrate
  • No te distraigas

A tu equipo:

  • Séan proactivos
  • Den ideas
  • Enfóquense

Olvidamos que decir o pedir algo no genera – automáticamente – la habilidad o la disposición necesaria para hacerlo.

No importa cuánto lo pidas o, incluso, de qué forma lo pidas; si la persona no puede o las condiciones en las cuales se encuentra no se lo permiten, entonces no podrá hacerlo.

Poner nuestra atención y, muchas veces, nuestra frustración en repetirlo no hará que sea diferente.

Mejor, debemos enfocarnos en cambiar nuestra propia conducta para generar un cambio en las condiciones de la otra persona; ya sea su estado emocional, su perspectiva o los recursos con los que cuenta.

Por ejemplo, cuando decimos «no te estreses», debemos, primero, reconocer que si estuviera en sus manos hacerlo, no se estresaría.

Decirle que «no se estresa», entonces, no hace que el estrés, mágicamente, desaparezca. Tampoco hace que, mágicamente, desarrolle la habilidad para gestionarlo.

En ese sentido, en lugar de decirlo o pedírselo, haz algo que eleve la probabilidad de que sea posible que lo haga 

Como:

  • Preguntarle qué es lo que le estresa
  • Conversar unos minutos al respecto
  • Decirle que está bien sentirse así
  • Ofrecerle ayuda con alguna actividad

De la misma manera, en lugar de decirle a tu equipo «quiero que sean proactivos», podrías preguntarte qué conductas normalmente realizas que están reduciendo la probabilidad de que lo sean.

Tal vez, sin quererlo:

  • Le quitas la responsabilidad de una tarea cuando sientes que no lo están haciendo bien, ¿con qué confianza intentarán hacer algo nuevo?
  • Las actividades que le delegas y la urgencia con la cual lo requieres hace que deban hacer el uso de todo el tiempo laboral, ¿en qué tiempo van a pensar en qué más hacer y, peor aún, en qué tiempo harán aquello que surja producto de las ideas?
  • Hablas la mayor parte del tiempo durante las reuniones y cuando haces preguntas no prestas atención a las respuestas o interrumpes rápidamente, ¿con qué motivación volverán a intentarlo?

Luego de haber identificado las conductas, puedes empezar a cambiarlas con el fin de generen el ambiente que requiere la proactividad.

Evidentemente, estos son solo algunos ejemplos, pero nos permiten evidenciar que pedir algo no es suficiente y que, con frecuencia, el cambio empieza por nosotros mismos.

La próxima vez que desees pedirle algo a alguien, antes de decírselo pregúntante qué puedes hacer para elevar la probabilidad de que lo pueda cumplir.

Notarás que en muchos casos, cuando nos damos el trabajo de generar las condiciones necesarias, no es necesario pedirlo y, en otros, solo hace falta pedirlo una vez.


Nelson Portugal

Nelson Portugal es Consultor en desarrollo personal, fundador del Centro de Crecimiento Integral y autor del libro El Círculo de Crecimiento. Se ha especializado en el diseño de programas formativos dirigidos a jefes y gerentes. Ha sido profesor universitario de la carrera de psicología. Actualmente asesora a empresarios a crecer sus negocios a la vez que disfrutan más de la vida.
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