Nelson Portugal

Por qué la necesidad de sentirte productivo evita que lo seas

Hoy quiero hablarte sobre por qué la necesidad de sentirte productivo es la razón número uno que evita que realmente lo seas.

¿Te ha pasado alguna vez, por ejemplo, que despiertas abrumado con cierto grado de desesperación porque sientes que tienes muchas cosas por hacer pero no sabes por dónde empezar?

Esta sensación desesperación viene por una sola razón: no te sientes productivo.

Sientes que no has hecho lo suficiente en el pasado, que se te está pasando el tiempo y se te están acabando las oportunidades para poder conseguir lo que quieres.

Ahora, esta necesidad de productividad es el riesgo más grande en el crecimiento, tanto personal como profesional.

¿Por qué? Porque cuando no te sientes productivo, sentirte productivo se convierte tu objetivo número uno.

El problema con esto es que para conseguir este sentimiento puedes realizar cualquier tipo de actividad como, por ejemplo:

Todas ellas pueden darte la sensación de productividad y, sin embargo, alejarte de tus objetivos a la misma vez; pues al terminar de realizarlas notarás que no estaban relacionadas a lo que realmente querías.

De alguna manera u otra, estas actividades te seducieron con la idea de que al hacerlas te harían sentir productivo – se presentaron como la forma más rápida de aliviar la sensación de desesperación que sentías.

Y, sin embargo, no cumplieron con la tarea más importante: acercarte a lo que querías en la vida.

¿Te ha pasado alguna vez?

Por esa razón, la necesidad de sentirte productivo es la razón número uno que evita que realmente lo seas. Y es que para ser productivos hay una característica fundamental y es hacer cosas que te acerquen a tus objetivos.

A diferencia de la lista de actividades anteriores que pueden ser de cualquier tipo, este tipo de tareas son específicas y están alineadas a tus resultados deseados.

Paradójicamente, este tipo de actividades – las realmente productivas – son las que menos productivo te hacen sentir.

Analicemos, por ejemplo, los siguientes tres casos de la vida real. En este primer caso, despiertas un lunes por la mañana y durante treinta minutos puedes deciarte a una actividad.

Opciones:

  1. Planificar los objetivos que deseas alcanzar.
  2. Conseguir cinco reuniones comerciales.

Análisis:

Lo mismo nos sucede con otras actividades a lo largo de nuestro día a día. En el segundo caso, por ejemplo, es un míercoles por la tarde y tienes estas dos opciones.

Actividades:

  1. Ver una entrevista a un empresario exitoso.
  2. Delegar una tarea operativa a un miembro de tu equipo.

Análisis:

Sin embargo, rara vez sentimos que estamos siendo productivos al enseñarle a alguien de nuestro equipo cómo hacer algo que nosotros ya sabemos.

Especialmente, si vemos que es un proceso largo, el tiempo pasa y la persona no aprende tan rápido como nos gustaría.

Lo mismo sucede en este tercer caso.

Actividades:

  1. Diseñar un nuevo servicio.
  2. Optimizar un servicio existente.

Análisis:

Como puedes ver, la mayoría de las actividades que nos hace sentir productivos son aquellas que nos alejan de poder serlo realmente.

¿Cómo podemos, entonces, evitar caer en esta trampa?

Entendiendo que la sensación de productividad la encontraremos en el pasado y que del futuro debemos obtener la productividad en sí misma.

¿Qué quiere decir esto? Que al despertar cada día debemos estar dispuestos a hacer tres cosas en particular:

  1. Reconocer nuestros logros del día anterior para sentirnos satisfechos por nuestro progreso y empezar el día con entusiasmo.
  2. Realizar aquellas actividades que, aunque no se sientan productivas, nos acercarán a nuestros objetivos.
  3. Alejarnos de aquellas tareas que, aunque se sientan bien, no están alineadas a nuestro resultados deseados.

Al hacerlo, podrás alcanzar mayores niveles de productividad y, tal vez lo más importante, satisfacción.