Nelson Portugal

Por qué no debes tenerle miedo al fracaso

Creía que no debía fracasar. Pensaba que no podía equivocarme. Temía no ser perfecto.

En las noticias que veía, las entrevistas que escuchaba, las conferencias a las que asistía y los libros que leía parecía que quienes tenían éxito no se equivocaban, no fracasaban.

Cada fracaso mío, entonces, era un dolor intenso. Un dolor mental, emocional e incluso existencial.

«¿Por qué es que no me sale nada bien? ¿Por qué me pasa esto a mi?» – me preguntaba.

«No sirvo para esto». «No soy bueno». «No valgo» – solía responderme.

Por qué no debes tenerle miedo al fracaso

Con el tiempo empecé a exponerme a una forma diferente de ver el mundo, la vida y los negocios.

Leí a personas como Ramit Sethi quien decía que «fallar no es un fracaso, es una prueba», a Mark Cuban quien siempre repite que «no importa la cantidad de veces que falles, solo necesitas tener éxito una sola vez».

Conocí a James Altucher quien no se avergonzaba de contar públicamente cómo había perdido 70 millones de dólares en menos de un año y quedarse, literalmente, con $432 en su cuenta bancaria.

Conocí también a Marie Forleo quien trabajó como mesera durante los primeros años de su carrera profesional para poder pagar la deuda financiera que tenía.

Si Ramit, Mark, James y Marie – todos actualmente multimillonarios – tenían una visión diferente acerca del fracaso tal vez era momento de que yo empiece a ver el fracaso de una manera que me permita seguir intentado conseguir aquello que quería en mi vida.

Y así lo hice.

Aún estoy en proceso de conseguir aquello que quiero conseguir pero ver los errores y las fallas como partes natural del camino a lograr aquello que realmente quiero en mi vida y en mi negocio es lo único que me permite continuar cuando todo pareciera indicar que debo detenerme.

Si tu también ves el fracaso de esta forma, felicitaciones. Tal vez estas líneas te sirvan para reafirmar esta creencia.

Sin embargo, si aún no ves el fracaso de esta manera hoy escribo yo estas líneas para ti quien aún cree que debe ser perfecto(a).

Para ti, que temes fracasar y evitas a cualquier costa no equivocarte.

Hago esta publicación, entonces, para invitarte a cambiar esta forma de pensar y, más bien, inspirarte a actuar pese a ese miedo y puedas, eventualmente, acostumbrarte a seguir adelante aún cuando todos y todo pareciera decirte que ya es momento de rendirse.

No me mal interpretes: sí hay cosas imposibles. Sí hay cosas que no podrás lograr – todavía. Y no, no lo puedes todo.

¿Pero sabes qué?

Puedes más de lo que crees. El problema es que no lo vas a conseguir sabiendo más sino haciendo más.

De hecho, al día de hoy ya sabes todo lo que necesitas para conseguir lo que quieres.

Si aún no lo has conseguido es solo porque te detuviste al segundo – o tercer, cuarto o quinto – fracaso y olvidaste – o nunca supiste – que fracasar es inevitable y mientras más cómodo(a) te sientas con él, mejor te irá en la vida.

Preocúpate, mas bien, el día en que no estés fracasando porque eso es un indicador que probablemente no estás intentando lo suficiente.

Para mostrar mi punto, quiero que sepas que para que:

Y así sucesivamente.

Yo, por ejemplo, para haber aparecido en diferentes medios, haber trabajado con grandes compañías y tener cientos de profesionales en mis seminarios he tenido que pasar – y sigo pasando cada día – por muchos rechazos y fracasos.

Este es el tipo de imágenes que ves publicadas pero lo que no ves son los fracasos que hay detrás.

Aquí algunos de ellos:

  1. Contacté al diario gestión para que publicaran uno de mis artículos y me dijeron que se los envíe para revisarlo. Lo escribí, se los envié y no lo publicaron.
  2. Me reuní con el editor de SemanaEconómica para escribir un blog en su página web. Me pidieron un artículo de prueba, lo escribí, se los envié, me pidieron que le quite la historia inicial – que no tenía utilidad, la cambié – se la envié y me dijeron que lo evaluarían y no volví a saber de ellos.
  3. Inicié una empresa de acopio, procesamiento y exportación de cacao (creía que debía exportar porque había estudiado negocios internacionales). Exporté apenas media tonelada, vendí algunas otras en el mercado local y perdí alrededor de $ 5000 USD.
  4. Compré algunos miles de dólares en acciones recomendadas en la bolsa de valores. Algunas bajaron y las vendí – perdiendo así una parte de mi capital. Otras subieron, las mantuve, luego bajaron y las vendí también – perdiendo así otra porción del capital.
  5. Pasé un mes – completo – creando un curso que se supondría sería el más completo de todos. Trabajé en él durante 10 horas al día durante 30 días y, al terminar, con una sonrisa en el rostro hice el lanzamiento oficial. A nadie le interesó, a nadie le gustó y nadie lo compró.

¿Qué si son esos los únicos fracasos que he tenido?

Ejem…

No.

He tenido decenas de ellos, los sigo teniendo y los seguiré teniendo; pero si no lo intentara tampoco habría aprendido, disfrutado, creado y conseguido lo que hoy tengo en mi vida.

Te lo vuelvo a decir, entonces: no le tengas miedo al fracaso, no intentes no equivocarte, no te alejes del dolor, de la incomodidad o de la incertidumbre.

Hacerlo te alejará también de aquello que quieres conseguir.

Prepárate, pide ayuda, investiga, minimiza riesgos, pero sobretodo atrévete a intentarlo una y otra vez.

¿Y si fracasas?

Recuerda este artículo, dibuja una media sonrisa en tu rostro y levántate nuevamente.

Créeme, la victoria está cerca.