Nelson Portugal

Procrastinar vs Aplazar: ¿Cómo reducir nuestra carga mental?

A fines del 2019, como cada diciembre, me senté a establecer las metas para el siguiente año; pero, aquella vez, fue diferente.

Sentí que, sin quererlo, iba a establecer las mismas metas de siempre: bajar de peso, correr una maratón, aprender algo nuevo, crecer mi empresa, etc.

Por ello, la pregunta que surgió en mi mente fue: ¿realmente quiero estas cosas?

«Evidentemente, ¿quién no quisiera estar más sano, vivir mejor y ganar más?» – podrías pensar. Pero la pregunta que me estaba haciendo realmente era:

¿Estoy buscando conseguir estos objetivos porque los quiero o porque me he convencido a mí mismo de que los debo querer?

Fue una interrogante interesante, pues me llevó a desarrollar un proceso de planificación diferente. Una manera que asegure que mis objetivos provenían de mí y no solo de la sociedad.

Al proceso le denominé «Planificación basada en la gestión de frustraciones» y consiste en preguntarte ¿qué es aquello que no quieres en tu vida?. Tu meta, entonces, es cambiarlo.

Recuerdo que, en su momento, algunas de mis frustraciones eran:

Tomando en consideración esta lista, puedes imaginarte cuáles fueron algunos de mis objetivos ese año.

Lo interesante es que, de haber establecido las mismas metas de siempre, no hubiera identificado lo que es importante para mí .

Probablemente, hubiera estando persiguiendo cambios en mi vida y mi negocio que en el fondo realmente no quería.

De hecho, una de los pensamientos relacionados a mi negocio que más tuve durante aquel año fue «tengo que grabar vídeos para Youtube».

Inicié el año pensando en hacerlo y terminé el año sintiéndome culpable por no haberlo hecho.

Pero lo que no me llegué a preguntar fue:

Había visto que «todo el mundo» grababa vídeos, entonces – sin reflexionar al respecto – me impuse a mí mismo la meta de que «tenía» que hacerlo.

No quería llegar al nuevo año con la misma obligación autoimpuesta, así que hice algo muy simple- y a la misma vez complejo: pensar.

Cuando empecé a pensar al respecto no solo recordé que lo que realmente extrañaba era escribir artículos (y no grabar vídeos), sino que también descubrí que la prioridad para mi empresa era conseguir más clientes.

Todo ello me permitió tomar una decisión: aplazar la grabación de contenido para Youtube. Este aplazamiento estratégico, me permitió descargar de mi mente un pendiente que consumía energía innecesariamente.

Y es que, con frecuencia, procrastinamos actividades – con las consecuencias emocionales que ello trae – que podríamos aplazar, y disfrutar los beneficios de ello.

Lo que sucede es que muchas veces evitamos tomarnos el tiempo (que podría ser algunos minutos) para pensar porque, en el fondo, lo que realmente estamos procrastinando es la toma de decisión.

Nos cuesta tomar una decisión porque hay una fuerza externa que nos dice «deberías hacerlo ahora» o, incluso «ya deberías haberlo hecho» que compite con una fuerza interna que cuestiona si es que es lo que queremos o debemos hacer ahora.

Sin embargo, tener el coraje de decidir por nosotros(as) mismos(as) qué ocupará un tiempo en nuestras vidas en este momento y qué deberá esperar, es fundamental.

En especial porque nos libera de la carga mental del «debería» y la carga emocional de la culpa; pero sobre todo, porque nos permitirá enfocarnos en lo que es prioritario para nosotros.

La pregunta que surge a partir de esto es, ¿cómo dejar de procrastinar aquello que sí queremos hacer? Una interrogante que abordaré en los artículos.

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