Nelson Portugal

¿Y luego qué, señor?

Un alto ejecutivo americano estaba en el muelle de un pueblito costero mexicano cuando llegó un botecito con un solo pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño.

El americano elogió al mexicano por la calidad del pescado y le pregunto: – «¿Cuánto tiempo le tomó pescarlos?».

El mexicano respondió: – «En muy poco tiempo. cuestión de minutos».

El americano de nuevo le preguntó: – «¿Porqué no permaneces más tiempo y sacas más pescado?».

El mexicano dijo: – «Tengo lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de mi familia y para darle algunos a mis amigos».

– «Pero.. ¿qué haces con el resto de tu tiempo?». Volvió a preguntar el americano

El pescador mexicano le comentó: «Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, me hecho una siesta, como con mi familia, voy más tarde al pueblo donde tomo algo de vino y tocamos la guitarra con mis amigos y mi mujer con quien hago el amor todas las noches. Como ves tengo una vida divertida y ocupada».

El americano replicó: «Mira, yo soy un alto ejecutivo MBA de Harvard y podría ayudarte. Deja que te explique… deberías gastar pasar más tiempo en la pesca, con los ingresos que generes comprar un bote más grande, con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes, eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador, eventualmente abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este pueblito costero e irte a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y eventualmente a Nueva York, donde manejarías tu empresa en expansión».

El pescador mexicano preguntó: – «Pero, ¿cuanto tiempo tardaría en hacer todo eso, señor?».

A lo cual respondió el americano: – «Pues entre 15 y 20 años. 25 años como máximo».

E insistió el mexicano: – «¿Y luego qué, señor?».

El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte. «Cuando llegue la hora deberías anunciar una oferta inicial de acciones y vender las de tu empresa de manera pública. Te volverás rico, tendrás millones».

El mexicano preguntó: «¿Millones? … Y luego qué, señor?».

El americano: «Luego te puedes irte a un pueblito costero, dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hecharte una siesta, comer con tu familia, ir más tarde al pueblo donde podrás tomar algo de vino y tocar la guitarra con tus amigos y hacer el amor con tu mujer todas las noches»

Muchas veces en la vida creemos estar detrás de un objetivo específico y, sin embargo, cuando lo logramos nos preguntamos ¿y ahora qué? Creemos que llegar a la meta nos hará felices y que cuando finalmente logremos lo que queremos dejaremos de sentirnos agotados, cansados, angustiados o con estrés.

La verdad amigos/as míos es que el día de hoy tenemos todo lo que necesitamos para ser felices. Esto no quiere decir que no podamos progresar, de hecho es necesario que progresemos cada día porque es la única forma de contribuir más con la sociedad.

Sin embargo, es crucial que tú y yo disfrutemos el proceso, el camino, el viaje, el hoy! Y no esperemos que cuando finalmente logremos nuestra meta llegue la felicidad porque recuerda que todo lo que vale en esta vida es un proceso y no un suceso.