¿Cómo manejar la frustración adecuadamente?
¿Cómo manejar la frustración?
Existen diversas situaciones que nos frustran en la vida.
Nos podemos frustrar porque:
- No conseguimos un ascenso.
- Tenemos más deuda de la que nos gustaría.
- No podemos comprar algo importante para nuestra familia.
- No tenemos tiempo para desayunar, almorzar o cenar tranquilamente.
Pero también nos frustra que:
- El internet se «ponga» lento.
- Una persona no nos entienda.
- Digamos que vamos a hacer algo y al final no lo hagamos.
- Nos siguen haciendo un cobro indebido en la tarjeta de crédito.
Frente a esto, la mayoría de nosotros repetimos el siguiente ciclo:
Nos frustramos porque algo no salió como esperamos. Renegamos y sentimos impotencia. Esto hace que nos paralicemos.
Aunque queramos que las cosas sean diferentes, desde ese estado se nos hace complejo hacer algo distinto para poder cambiarlo.
Porque sentimos que nuestros recursos se han agotado y que no estamos en la posibilidad de generar una solución.
Consideramos que solo nos queda esperar y desear que no nos vuelva a suceder.
Paradójicamente, la falta de cambio, tanto de nuestra perspectiva, pensamientos o conducta, reduce la probabilidad de que aquello que nos frustra deje de ocurrir.
Por esa razón, si bien sentimos alivio cuando la situación ha «pasado», esta sensación es solo temporal.
Y es que, luego, cuando vuelve a ocurrir, volvemos a frustrarnos. Manteniéndonos así, en un ciclo de frustración e impotencia.
La pregunta es, entonces: ¿cómo manejar mejor la frustración?
Para ello, debemos responder ante la pregunta:
¿Qué es la frustración?
O, mejor aún, ¿qué no es la frustración? La frustración no es una emoción negativa en sí misma.
De hecho, desde la inteligencia emocional no se definen las emociones como negativas.
Aunque algunas emociones no se sientan bien, todas nos envían un mensaje valioso respecto a lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.
Nos informan, también, sobre cómo estamos percibiendo lo que ocurre en nuestro entorno.
Sentir miedo, por ejemplo, es un mensaje de que hay algo importante para nosotros que consideramos que está en riesgo.
Esta información nos ayuda a determinar qué hacer, ya sea alejarnos de una situación o prepararnos de mejor manera para afrontarla.
Las emociones, entonces, nos dan información útil para la toma de decisiones.
Especialmente, si no juzgamos lo que sentimos y, más bien, las observamos con aceptación.
¿Cómo manejar la frustración?
Podemos decir que la frustración es una emoción que nos dice que hay algo que nos gustaría que fuera diferente.
Que hay algo que queríamos que pasara y no pasó o que no queríamos que sucediera. Pero ocurrió.
El desafío es que la mayoría de personas ven la frustración como el final. Es decir, cuando algo les frustra, consideran que hasta ahí es donde llegaron.
Consideran que así se va a mantener por el resto de la vida, y que no hay algo que puedan hacer para cambiarlo.
La clave, para manejar mejor la frustración, es mirar la situación como el inicio. O, más concretamente, mirarla como una segunda oportunidad.
Si algo te frustra y estás aquí, con vida, significa que tienes la posibilidad de cambiar las cosas.
¿Cómo cambiar aquello que me frustra?
Por esa razón, si ves lo que te frustra como una oportunidad para hacer cambios que te llevarán a una situación ideal, la frustración se vuelve más manejable.
Incluso puede permitirte sentir pequeños destellos de entusiasmo o ilusión. Esto te empodera y te lleva a enfocarte en lo que está en tu control.
O, al menos, en aquello que se encuentra en tu zona de influencia.
Así podrás detectar qué actitudes, comportamientos o pensamientos están contribuyendo a generar la situación no deseada.
Y, a partir de ese análisis, podrás definir acciones concretas que puedes desarrollar para acercarte a lo que deseas.
Algunos cambios tomarán más tiempo que otros.
Pero, en la medida en la que lo veas como un proceso continuo de mejora, vas a avanzar hacia la dirección correcta.
Será un viaje de autodescubrimiento y de mejora constante que busca, en esencia, construir la calidad de vida que deseas tener.
Analiza lo que te frustra cuando no te esté frustrando
Evidentemente, si haces este análisis en el momento en el que estés frustrado(a) no llegarás a la mejor solución.
Por ello, uno de los mejores consejos que puedo darte al respecto es:
Hazel análisis de lo que te frustra en un momento en el que lo que te frustra no está ocurriendo.
- Si te frustra, por ejemplo, llegar tarde camino al trabajo, estresado por el tráfico, no vas a poder analizar y mirar la situación desde una perspectiva adecuada.
- Si quieres resolver la velocidad del Internet, será difícil hacerlo en el momento en el que se acaba de ir el Internet.
- Si quieres mejorar la relación con tu pareja, no vas a encontrar la mejor solución durante una discusión.
Te invito a asignar un tiempo para pensar y reflexionar sobre aquello que te frustró en el pasado.
Y que, pese a que no esté ocurriendo en este momento, identifiques lo que lo causó, y lo que puedes hacer diferente.
De esta manera reducirás la probabilidad de que vuelva a ocurrir y sabrás cómo manejarlo si es que vuelve a ocurrir.
No tengas miedo a pensar en tus frustraciones
A veces tenemos miedo a pensar en lo que nos frustra o, aceptar siquiera, que hay cosas que nos frustran.
Pero debemos tomar una decisión.
- Podemos pensar en lo que nos frustra solo cuando nos está frustrando y terminaremos paralizados.
- Pensamos en lo que nos frustra cuando no nos está frustrando, lo que nos permitirá tener una perspectiva integral de la situación.
Esto nos empodera y podremos llegar a mejores alternativas de solución.
Prueba esta segunda opción y descubrirás que las frustraciones en tu vida no son otra cosa que un insumo para crecer.
Son la brújula que te indican que es importante para ti y de qué manera puedes empezar a conseguirlo.
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