La razón por la cual el objetivo en la vida no es ser feliz
Años atrás cuando todavía brindaba sesiones personalizadas, una de mis clientes pasaba por un mal momento en la vida: se encontraba con problemas en el trabajo, había subido de peso y acababa de terminar una relación.
Conforme fuimos realizando las sesiones compartí con ella conceptos herramientas y técnicas que iban cambiando su actitud, la manera en que veía la vida y, por ende, su conducta – lo cual le trajo mejores resultados.
Ya hacia las últimas sesiones recuerdo que llegó particularmente sonriente, alegre y feliz. Le pregunté cómo se encontraba, a lo que ella respondió:
“Estoy feliz, estoy muy feliz”.
Evidentemente su felicidad me alegraba, sin embargo, todo cambió cuando me dijo lo siguiente:
“No quiero que esta sensación se vaya nunca”.
En ese momento me di cuenta algo no andaba bien. Le pregunté cómo están las cosas en el trabajo a lo que ella me dijo que había mejorado y que pronto iría a estudiar una maestría en el extranjero.
Luego le pregunté cómo se sentía físicamente y me dijo que, después de tiempo de haberlo postergado, finalmente había corrido su primera 5K. Le pregunté cómo se sentía respecto a su vida amorosa y me dijo que ése era un tema que ya había manejado.
Luego le pregunté cómo estaba su familia. Me respondió que prefería no hablar de ello. Ante mi duda de por qué prefería no hacerlo me dijo que hace algunas semanas no había visitado a sus padres ni hermanos porque cada vez que iba se sentía mal.
Me contó que creía que su familia no tenían una mirada positiva de la vida como la que ella había desarrollado.
El problema de la felicidad
“El objetivo en la vida no es ser feliz sino crecer” – le dije.
Cuando crees que el objetivo es sentirte bien, te vas a alejar de aquellas cosas que aunque no se sienten bien en el momento te ayudan a mejorar áreas de tu vida que son importantes para ti.
Tal vez la razón por la cual te sientes bien es para tener la capacidad de ir hacia aquellas conversaciones, relaciones o situaciones que, aunque pongan a prueba – e incluso disminuyan – ese grado de felicidad, te llevan a ser una mejor versión de ti misma.
Ya sea físicamente, familiarmente o profesionalmente.
Todos debemos recordar que con frecuencia nos encontraremos en momentos en los que tendremos que tomar una decisión sobre si ser feliz o crecer. Ante ello, la mayoría de personas deciden ser feliz – en el momento – y postergar aquello que aunque incómodo, incierto o inseguro les llevaría a conseguir mejores resultados en el largo plazo.
- En una relación por ejemplo, preferimos guardar silencio frente a situaciones que nos incomodan con el objetivo de no perder la felicidad temporal que estamos teniendo aunque sabemos que podrías tener una relación más sana si expresáramos lo que sentimos.
- Físicamente, cuando estamos descansando y de pronto todavía tenemos sueño preferimos estar en la cama antes que salir a correr o caminar, pues nos aferramos a dicha comodidad que nos trae una sensación de felicidad.
- Económicamente solemos comprar ése viaje, irnos a almorzar a ese restaurante o de pronto hacer esa compra para lo cual no tenemos la disponibilidad necesaria por solo mantener o atraer una felicidad instantánea,
La felicidad es abundante
¿Por qué hacemos esto?, ¿porqué es que perseguimos con tanto afán la felicidad aunque en el largo plazo nos estanque? La razón es bastante simple: creemos que la felicidad es escasa, que se nos es otorgada y de irse no sabríamos cuándo podría volver.
Tenemos la idea equivocada de que la felicidad proviene de afuera y que si nos descuidamos y la dejamos ir por un momento tal vez no la volvamos a encontrar. Este sentimiento nos lleva a priorizar cosas que aunque en el corto plazo nos hacen sentir bien en el largo plazo no nos ayudan a crecer.
De ahí que sea importante entender la verdad acerca de la felicidad.
Y la verdad es que esta es abundante, pues yace dentro de nosotros mismos. Cuando lo comprendemos, reconocemos que nosotros podemos crear felicidad y entonces nos damos cuenta de la abundancia que representa.
Es en ese instante en el que finalmente dejamos de tenerle miedo a la incomodidad, a la incertidumbre o a la inseguridad porque sabemos que todo ello es temporal y que sirve para un propósito mayor, que es crecer.
Ahí es cuando somos capaces de entregar parte de nuestra felicidad con el objetivo de realizar conductas, enfrentar problemas, abordar situaciones que no están alineadas a lo que queremos en la vida para que con el tiempo, esfuerzo y coraje creemos la versión que realmente queremos.
El objetivo en la vida es crecer
Dan Sullivan, un consultor empresarial que admiro, tiene una frase que comparto y esta es:
“Haz de tu futuro siempre algo más grande que tu pasado”.
Él dice que la clave del crecimiento radica en la convicción de que podemos lograr en el futuro mucho más de lo que hemos logrado en el pasado.
Cuando llevé uno de sus programas en Los Ángeles mi compañera era una dama de 65 años.
Cuando le pregunté que la motivó a asistir al programa ella dijo que pese a haber logrado cosas importantes – tenía una empresa de asesoría financiera que estaba por delegar a una nueva gerente general y que ella disfrutaba de organizar toda la reuniones familiares – su motivación era planificar los próximos 25 años de su vida.
Decía que quería lograr hasta los 90 años el doble de lo que había conseguido en sus primeros 65 y que cuando cumpliera 90 años, iba a continuar para planificar los próximos 25 años de su vida, durante los cuales quería lograr también el doble de lo que había logrado en sus primeros 90 años.
Coincido con mi compañera.
Lamentablemente, hoy en día muchas personas ven los 60 años como un acercamiento hacia el final de su vida aunque la verdad es que están llegando recién a la mitad de ella.
Debemos recordar que la jubilación se determinó a los 65 años cuando la esperanza de vida bordeaba los 40, pues fue una decisión netamente política con el fin de que menos personas tuvieran la oportunidad de cobrar su jubilación.
Hoy en día la esperanza de vida se ha duplicado y, sin embargo, seguimos creyendo – por alguna razón – que hacia los 60 o 70 años debemos jubilarnos, ponerle un alto a nuestros sueños y decir hasta aquí he llegado.
Creo que hoy todos somos capaces de crear un mejor futuro para nosotros, sin importar qué tan lejos hemos llegado. Es ése deseo el que nos mantiene motivados, entusiasmados y con el coraje necesario para hacer lo que – aunque sea difícil en ese momento – nos permitirá conseguir mejores resultados en cada área de nuestra vida.
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