No digas – nunca más – ninguna de estas cuatro frases (están frustrando tu progreso)
No digas ninguna de las siguientes cuatro frases.
No te ayudan, no te aportan valor y, lo que es aún peor, te hacen ver como real una barrera para tu progreso que – en realidad – es inexistente.
Las cuatro frases que están frustrando tu progreso
1. «No tengo tiempo».
No te falta tiempo, deja de decirlo.
El tiempo no existe.
Solo existes tú, tus acciones y tus prioridades.
Tal vez hoy estás realizando acciones que no contribuyen a lograr lo que quieres o las estás realizando de una forma que produce menos resultados de los esperados.
Define claramente tus prioridades, identifica las tres actividades principales en el logro de tus objetivos y optimiza el desarrollo de las mismas.
2. «Está muy lejos».
¿En serio?
¿Vas a encontrarte con una persona que tiene el potencial de ser tu amigo(a), novio(a), socio(a), cliente, proveedor y vas a dejar que la distancia sea un problema?
Sal más temprano, duerme más tarde, ve parado en el transporte público, ve caminando, haz lo que tengas que hacer pero – por favor – no uses la distancia (o el tráfico) como excusa.
¿No quieres reunirte en persona?
Ten en claro lo que buscas, define tu objetivo y llámala(o). No WhatsApp, no Inbox, llámalo.
Sé respetuoso(a), sé directo(a), sé ve breve y coordina una reunión por skype, FaceTime o genera un interés genuino como para que lea tu, muy bien estructurado, correo electrónico.
3. «No tengo dinero».
No lo necesitas. Lo que necesitas son dos cosas: (1) ideas geniales y (2) aprender a vender esas ideas geniales.
Alguien que tú conoces tiene el dinero que te hace falta. A él – o ella – le faltan las ideas.
Utiliza lo poco que tienes para conseguir tu primer cliente, desarrolla una visión clara sobre tu idea y reúnete con dos o tres amigos(as) que tengan dinero.
Dale un % de tu empresa, comprométete a ser el mejor en lo que haces, invierte lo poco que ganes en tu mentalidad y, dentro de algunos años, jamás te volverá a faltar dinero.
4. “No sé cómo hacerlo”.
Está bien no saber hacer: ése es el primer paso para saber.
Comienza a hacer y, de pronto, te darás cuenta que empiezas a saber.
No lo sabes, haces, te equivocas, aprendes y luego sabes… así es como funciona.
¿Quieres acelerar el proceso de aprendizaje?
Invita a almorzar a alguien que lo sepa y pregúntale cómo puedes hacerlo mejor.
No vayas con ideas, ve con preguntas, lleva dudas específicas y, mejor aún, lleva fracasos.
Muéstrale que ya lo has hecho y no has podido, no le lleves ideas de que no puedes: pruébale que empezaste a hacerlo.
¿No se puede reunir contigo?
Llámalo, anda a vistarlo, lee su libro, lee sus artículos, mira sus videos y tómate el tiempo necesario para procesar la información, analizarla y, sobre todo, aplicarla.
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Así es como tomas – de una vez por todas – control de tu vida.
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