Cómo mantener la calma ante un reclamo

Cómo mantener la calma ante un reclamo
     

¿Cómo mantener la calma ante críticas y reclamos:?

¿Alguna vez has perdido el equilibrio cuando te han pedido que cambies una conducta, mejores algún hábito o te han hecho una crítica o un reclamo?


 
Una de las razones por las cuales perdemos el control de nuestras emociones es porque nos sentimos atacados.

Nos sentimos indignados, enojados, frustrados por lo que alguien nos ha expresado, dicho o reclamado.

Lamentablemente, desde ese estado es probable que reaccionemos impulsivamente, no controlemos las palabras.

Y no las digamos de forma efectiva y, por ende, tampoco podamos argumentar nuestras ideas en esos momentos.

¿Por qué perdemos el control?

Producto del alto nivel de intensidad emocional, no podemos ver la perspectiva completa de la situación.

Tomamos lo que hacemos de una manera equivocada y, con frecuencia, eso nos lleva a tomar malas decisiones.

Tal vez no necesariamente para el corto plazo, pero sí decisiones que afectan en el mediano y largo plazo.

Por esa razón es importante mantener la calma.

Por un lado, para ser más receptivos con nuestro entorno y dejarnos influir positivamente y poder así mejorar, ya sea en el trabajo, en pareja o en la vida familiar.

Y por otro lado, si lo que nos comentan no es necesariamente cierto, tener la calma nos va a permitir transmitir nuestro punto de vista y argumentarlo de forma clara y convincente.

Por esa razón, en ambos casos es vital mantener el equilibrio frente a las palabras de los demás.

Recuerda que no podemos controlar lo que las otras personas dicen o hacen. Y, a lo largo de nuestra vida nos encontraremos con situaciones donde lo que se nos dice nos hará sentir:

  • Atacados
  • Disminuidos
  • Indignados

Y tener herramientas para gestionar nuestro propio estado emocional, nos ayudará a determinar la forma correcta en que podemos responder ante ellos.

La pregunta, por supuesto, es ¿cómo puedo mantener la calma en esos momentos?

Una de las formas es evitar ponernos a la defensiva. Para ello debemos conocer las cinco maneras en las que nos ponemos a la defensiva.

De esta manera podremos detectar cuando lo estamos haciendo y a partir de ahí tratar de encontrar nuevos caminos.

Estas son las cinco formas a través de las cuales nos ponemos a la defensiva y qué podemos hacer al respecto.

Cinco formas en la que nos ponemos a la defensiva

1. Lectura Mental

Una de las primeras reacciones que tenemos cuando alguien nos dice algo que hicimos mal es pensar:

«Lo hace por fastidiar», «sólo quiere incomodarme» o algo similar.

A este pensamiento se le llama lectura mental. Asumimos que sabemos las intenciones de la otra persona.

Asumimos que sabemos por qué está diciendo lo que dice y asumimos normalmente razones negativas.

Cuando hacemos esto, la intensidad emocional sube y nos pone a la defensiva.

Aquí lo importante es entender que sí es cierto, existe una posibilidad de que lo haga por fastidiar, pero también existe la posibilidad de que lo haga por otra razón.

Es importante aplicar una técnica que denomino la cinco hipótesis, que es pensar en cuáles podrían ser otras cinco razones por las que lo está diciendo.

Cada nueva alternativa que tengamos nos irá calmando un poco más.

Podría, por ejemplo, decirlo porque:

  • Quiere que estemos enterados
  • Nos quiere informar
  • Se siente dolido o dolida
  • Quiere evitar que vuelva a pasar

Al darnos cuenta que no sabemos la razón real, por lo cual nos lo está diciendo, estaremos más en equilibrio.

Además podremos comunicarnos para averiguar desde el equilibrio cuál es esa razón verdadera.

2. La negación.

La segunda forma en la que nos ponemos a la defensiva es negándolo con una frase como «yo, ¿cuándo?».

Negando por completo lo que nos plantean, aun cuando existe cierto grado de verdad en eso.

Esta negación sólo nos tensa y nos pone de mal humor. Lo mejor en estos casos es responsabilizarnos por lo que nos corresponde.

Incluso si fuera un cinco o diez por ciento de lo que nos plantean. Puedes empezar respondiendo por ese aspecto con algo como «Tienes razón en esto. Y respecto a esto otro, creo que…».

Mientras más rápido aceptemos responsabilidad de lo que nos corresponde, más positivamente fluirá la conversación.

3. Priorizar las formas.

La tercera manera en la que nos ponemos a la defensiva es diciendo algo como «esas no son las formas de decirlo» o «esas no son las formas de pedirlo».

Es cierto que las formas importan y por ninguna manera debemos aceptar que nos falten al respeto.

En eso debemos ser cuidadosos y firmes. Pero también es cierto que a veces el fondo de lo que nos dicen es cierto.

Y en lugar de primero tomar esa parte y luego pedir de que cambien las formas, nos enfocamos en la forma como medio para negar el fondo.

Olvidando que, a veces, las personas producto del enojo pueden expresarse de una manera que, si bien no es asertiva, tiene un trasfondo válido.

En ese sentido, suele ser mejor escuchar ese mensaje de fondo, darle respuesta a ese mensaje y ya posteriormente conversar sobre la incomodidad que te generó la manera en que lo expresó.

Por ejemplo, si no realizaste una actividad con la que te comprometiste y la otra persona te dice «nunca ayudas», es muy probable que sí hayas ayudado en más de una ocasión en el pasado.

En esos casos es tentador decir «¿cómo nunca?, si he ayudado antes», pero darle mucha atención a la forma puede ser contraproducente.

Suele ser mejor decir «lo lamento, se me pasó. Sé que es tarde, pero lo haré ahora» o «veré para que no vuelva a suceder».

Y una vez que haya más calma, decir «cuando dices ‘nunca’ me frustra, porque no es cierto. Te pido que mejor me digas algo como ‘no me has ayudado con esto en particular, que necesitaba'»

4. La justificación.

La cuarta forma en la que nos ponemos a la defensiva es diciendo algo como «pero tú también lo has hecho».

Esto hace que evadamos nuestra responsabilidad con la justificación de que en el pasado la otra persona hizo lo mismo o algo similar.

Si bien esto puede ser cierto, en este momento es la otra persona que te está comentando algo sobre tu conducta.

Tú puedes plantear tu incomodidad sobre alguna conducta pasada, sí, pero es mejor hacerlo en otro momento, de alguna u otra forma.

Ahora el enfoque a la conversación está en lo que te acaba de comunicar la otra persona. En esos casos a veces se suele pensar, «pero yo no le dije nada cuando hizo algo así» y está bien.

Pero las personas somos distintas y la otra persona no está cometiendo un error al expresar lo que piensa o desea.

Está en su libertad y derecho, así como tú estás en la libertad y tienes el derecho de discrepar o llegar a un acuerdo al respecto.

Pero pensar en ese instante lo que la otra persona debió hacer, debió decir o no decir no suele ayudar.

Solo incrementa tu nivel de frustración, enojo, tensión.

Mejor atiende lo que te comenta en ese momento. Acepta que son personas distintas, respeta su comunicación y sigue a partir de ahí.

5. La victimización.

La quinta forma en la que nos ponemos a la defensiva es diciendo algo como «sólo ves lo negativo».

Es también otra forma de evadir la responsabilidad y es una forma de atacar a la otra persona en lugar de escuchar lo que dice y tomarlo como válido.

Si, por ejemplo, dice «no me estás escuchando» y durante ese día hemos hecho varias cosas bien.

Es tentador pensar que de todo lo que hemos hecho en el día sólo se enfoca en lo negativo. Que en ese día «solo me distraje un momento, ahí es donde presta mayor atención».

Esa victimización nos indigna y nos puede llevar a perder el equilibrio.

Por eso es importante que reconozcamos que el hecho de que nos expresen una incomodidad no desvalida todo lo demás, es sólo que hay algo específico que en ese momento quiere comunicarte.

Es natural en las relaciones de todo tipo que de alguna u otra forma ambos se tengan cosas que decir respecto a sus preferencias y expectativas.

Y si esperamos que no nos la digan por lo positivo que hacemos, el resentimiento se puede acumular y en el tiempo puede tener consecuencias negativas.

Por esa razón, escucha lo que dice y dale atención a ese punto que te menciona en lugar de enfocarte en lo demás.

Esa es una buena forma de lidiar con ese pedido. Por supuesto, luego también podrías expresar que te gustaría que reconozca más los logros o lo que va bien.

La clave para mantener la calma cuando te sientes atacado

Como ves, el antídoto para los momentos en los que nos ponemos a la defensiva es tomar responsabilidad.

No necesitamos responsabilizarnos por algo que no hemos hecho, pero podemos hacerlo por lo que nos corresponde.

Y recuerda que más allá de las intenciones que hayamos tenido.

Si nuestros actos afectan a la otra persona, disculparnos, validar su emoción es parte de una comunicación efectiva y de lo que construyen las relaciones sanas nuevamente.

Esto no quiere decir que aceptes todos los pedidos que se te hacen.

Quiere decir que los escuchas desde el equilibrio y desde ahí compartes tu punto de vista.

Aplica estos conceptos y verás los resultados.

Por lo pronto, responde aquí en los comentarios, ¿de qué forma te has puesto a la defensiva, ya sea en casa o en el trabajo?


Nelson Portugal

Nelson Portugal es Consultor en desarrollo personal, fundador del Centro de Crecimiento Integral y autor del libro El Círculo de Crecimiento. Se ha especializado en el diseño de programas formativos dirigidos a jefes y gerentes. Ha sido profesor universitario de la carrera de psicología. Actualmente asesora a empresarios a crecer sus negocios a la vez que disfrutan más de la vida.
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