¿Cómo lograr lo que te propones?

¿Cómo lograr lo que te propones?
     

¿Te gustaría descubrir cómo lograr lo que te propones?

Empecemos por esta pregunta ¿te pasa algunas de estas situaciones?

  • ¿Postergas tareas importantes hasta el último momento?
  • ¿Te planteas el mismo objetivo una y otra vez?
  • ¿No logras terminar lo que empiezas?

Las tres situaciones tienen un nombre: procrastinación.

Procrastinar, en una sola frase, es: decir que vas a hacer algo y no hacerlo.

Todos hemos procrastinado alguna vez en la vida y de alguna forma u otra siempre lo haremos.

Sin embargo, lo importante es cerrar la brecha entre estas dos variables:

  • Actual: «Lo que hice» < ———————— > «Lo que dije que haría»
  • Ideal: «Lo que hice» = «Lo que dije que haría»

Hacer lo que decimos que haremos nos permitirá lograr lo que nos proponemos. Pero, sobre todo, incrementará nuestra confianza personal.

Y es que cada vez que faltamos a nuestra palabra, reducimos la confianza que tenemos en nosotros(as) mismos(as).

El mensaje que le enviamos nuestra mente es:

  • «Cuando diga que haré algo, no es seguro que lo haga».

Esa incertidumbre pone en duda nuestras capacidades. Frente a nosotros, sí, pero también frente a los demás.

Sin querer, ya no somos tan fiables como nos gustaría.

Quienes nos rodean se preguntan:

  • ¿Puedo confiar en su palabra?
  • ¿Hará lo que dice que hará?
  • ¿Lo hará a tiempo?

Esto hace que perdamos oportunidades, tanto a nivel personal como profesional.

Lamentablemente, no nos enteramos de las oportunidades perdidas (¿quién dice «te iba a recomendar pero no me fio de ti así que sugerí a alguien más?).

Por esa razón, con frecuencia, no nos damos cuenta del impacto que esta brecha genera en nuestra vida.

Entonces, ¿cómo lograr lo que te propones?

¿Cómo podemos hacer lo que decimos que vamos a hacer?

Frente a esta pregunta la mayoría de personas responden con frases como:

  • «Tengo que ser más disciplinado(a)»
  • «Debo esforzarme más»
  • «Necesito más fuerza de voluntad»

Estas respuestas son válidas, pero representan solo una parte de la ecuación: la acción.

Verás, dentro de «hacer lo que dices que vas a hacer» hay dos variables principales:

  • Hacer y
  • Lo que dices que vas a hacer

El «hacer» es la acción y «lo que dices que harás» es el compromiso.

Muchos(as) de nosotros(as) somos buenos(as) esforzándonos en hacer más y tratando de hacer mejor.

Pero, ¿qué tan seguido evaluamos la forma en la que nos comprometemos?

A veces, el problema no proviene de lo que estamos haciendo, el desafío es ocasionado por el compromiso que hemos asumido.

Veamos un ejemplo práctico.

Imagina lo siguiente:

  • Deseas mejorar tu inglés y por alguna razón dices «estudiaré una hora al día cada día».
  • En la semana notas que, luego del trabajo, tienes poca energía y la motivación para aprender se reduce.
  • Los fines de semana estás ocupado(a) atendiendo temas familiares y explorando intereses personales.
  • Por ambas razones, en promedio, estudias una hora tres veces por semana.

Es evidente que no has hecho lo que dijiste que harías, con las consecuencias que eso trae.

La pregunta es, ¿cómo evaluarías esta situación?

Es muy probable que nos sintamos culpables y tomemos cualquiera de estos dos caminos:

  • Esforzarnos para «ser más disciplinados(as)» (y cumplir el compromiso)
  • Decir que estudiaremos «dos horas al día» (para compensar lo anterior).

¿Cuál es el problema con este enfoque?

Que rara vez funciona.

Con frecuencia, terminamos en lo que en mi libro denomino «El Círculo de Estancamiento».

Sintiéndonos culpables por lo que no hicimos, nostálgicos por lo que no tenemos, ansiosos por lo que nos falta y con el temor de volver a fallar.

Afortunadamente existe una tercera opción: definir un compromiso que podamos cumplir.

Como dice mi amigo Diego Ticona: «planificar en base a la realidad».

Algunas personas tienen temor de que esto los lleve a «bajar las expectativas» y a «conformarse».

En realidad definir con mayor precisión la meta no es reducir el compromiso, es aprender a comprometernos mejor.

Míralo del lado empresarial.

Cuando se hace un «forecast» (una estimación de ventas) se incurre en inconvenientes tanto si se estiman menos ventas como si se estiman más.

¿Por qué?

  • Si se estiman menos ventas, no habrán los suficientes productos o insumos para atender la demanda, y se perderán ventas.
  • Si se estiman más ventas, se quedará el inventario, habrán sobrecostos y se perderá utilidad.

Por esa razón, quien está a cargo el forecast sabe que una estimación precisa es mejor que una estimación «optimista».

«¿Y no me esforzaré menos si mi meta es más pequeña?» – podrías preguntarte.

Volvamos a nuestro ejemplo del inglés.

La persona de nuestro ejemplo se ha comprometido con una hora diaria durante los siete días de la semana.

Podríamos decir que se ha puesto una «meta grande».

(Muy probablemente, porque al iniciar no sabía cómo estimar qué era posible y qué no).

¿Qué impacto tiene esta brecha en su desempeño?

  • Por un lado, evita que reconozca su progreso, lo cual reduce su satisfacción personal.
  • Por otro lado, la hace sentir culpable, lo cual afecta su motivación y productividad.

¿Qué pasaría si en lugar de solo esforzarse más también se compromete mejor?

En este caso, podría plantearse estudiar una hora al día durante dos a tres días a la semana.

(En un forecast es natural ir ajustando la estimación conforme llega nueva información).

Al hacerlo, ¿qué crees que ocurriría?

Te doy mi perspectiva:

  • Estaría en la capacidad de reconocer su progreso, lo cual la haría sentir mejor.
  • Su calma y su entusiasmo le permitiría tener un mejor proceso de aprendizaje.
  • Reduciría los cambios de planes que ocurrían antes al tratar de estudiar en un horario que no le era posible.
  • Estaría más presente y enfocada en sus otras actividades, al no tener que pensar que «debería estar haciendo algo más».

Lo mejor de todo esto es que su confianza en sí misma aumentaría, pues se vería a sí misma como una persona que hace lo que dice que hará.

Y, conforme toma decisión coherentes con su objetivo de aprendizaje, puede evaluar hacer cambios que le permitan estudiar más tiempo a la semana.

De nuevo, no tiene por qué dejar su meta de ser una persona fluida en el inglés; incluso puede sumar metas.

Lo que cambia es cómo llegará ahí, en qué plazos y cómo esta meta se relaciona con las demás áreas de su vida.

Ahora, si llevamos estas lecciones a tu vida, ¿qué viene a la mente?

Por mi parte, te invito a reflexionar sobre las siguientes preguntas:

  • ¿Qué tan coherente estoy siendo con lo que digo que haré y lo que finalmente hago?
  • ¿En qué áreas de mi vida debo esforzarme más y en cuáles puedo aprender a comprometerme mejor?

Nelson Portugal

Nelson Portugal es Consultor en desarrollo personal, fundador del Centro de Crecimiento Integral y autor del libro El Círculo de Crecimiento. Se ha especializado en el diseño de programas formativos dirigidos a jefes y gerentes. Ha sido profesor universitario de la carrera de psicología. Actualmente asesora a empresarios a crecer sus negocios a la vez que disfrutan más de la vida.
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