«Eso no es lo mío»

«Eso no es lo mío»
     

Cada año entre una y dos veces una persona por la calle me grita «pelao».

Yo miro atrás, a la derecha, a la izquierda y no encuentro a ningún «pelao» cerca, entonces sonrío y pienso:

«Tú Nelson, tu te cortas el pelo por completo hace más de 3 años. Tú eres el pelado»

No sé el momento exacto en el que sucede, pero tú y yo tomamos posturas, desarrollamos costumbres y realizamos acciones específicas que suelen definirnos.

  • Tal vez en algún momento de tu vida llegaste tarde a una reunión y te convertiste en una persona impuntual.
  • Tal vez un lunes despertaste de mal humor, te cancelaron una reunión, te olvidaste de cargar tu celular y de pronto los lunes «no son tus días».
  • Tal vez hace cinco años compraste un ticket de lotería, no ganaste (como el 99.99% de personas) y decidiste ser el tipo de persona que «nunca gana nada».
  • Tal vez un día saliste a correr, te resbalaste, caíste y dijiste «eso no es para mi».
  • Tal vez tuviste una relación de mas de 3 años con tu pareja y, cuando todo parecía ir muy bien terminaron inesperadamente y pensaste «es que tengo mala suerte en el amor».
  • O tal vez te asignaron una proyecto importante y no conseguiste los resultados que tu jefe(a) esperaba y hay algo dentro de ti que evita aceptar nuevos proyectos porque «no sirves para eso».

Todos estas frases nos limitan y se terminan convirtiendo en adjetivos que definen nuestra identidad y, con ella, nuestra capacidad como personas, como profesionales.

Algunos nos hemos definido como desorganizados otros como perezosos, impuntuales, impulsivos, negativos o alguna otra palabra con la que, sin saberlo, limitamos nuestra personalidad.

¿Por qué hacemos esto?

¿Por qué dejamos que una postura, un hábito, una costumbre, una situación o una acción del pasado defina nuestra forma de ser y determine nuestro futuro?

Yo te diré porque…

Porque es más fácil aceptar que no podemos hacer algo que intentar nuevamente algo en lo que ya hemos fallado. – RTuitéalo

Vuelve a leer la línea anterior para que no te pierdas la lección en esta historia.

Es más fácil asimilar un fracaso que correr el riesgo de fracasar dos veces.

  • Y por eso preferimos «aceptar» que somos impuntuales que salir con 45 minutos de anticipación.
  • Preferimos pensar que nunca conseguiremos a nadie que «nos quiera como somos» antes que evaluar que parte de nosotros mismos debemos mejorar.
  • Preferimos pensar que no somos buenos para aprender idiomas que volver a las aulas y tener que invertir tiempo, dinero y esfuerzo.
  • Preferimos que nos digan que somos desorganizados antes que tener que hacer nuestra cama toda los días, organizar nuestro cuarto y mantener la oficina en orden.

Total…

Si yo soy «así», no hay nada que yo puedo hacer ¿verdad?

¿Para qué tomarme el trabajo de cambiar? ¿Para qué esforzarme? ¿Para qué volver a intentarlo?

Porque…

¿Qué pasa si hago mi mejor esfuerzo y no logro tener éxito? ¿Cómo me sentiré? ¿que dirá la gente de mí si me comprometo, hago todo lo posible y aún así no lo logro?

O, peor aún, ¿qué pasaría si lo hago y tengo éxito?

¿Tendré ahora que ser siempre organizado, puntual, responsable?

La gente ahora esperará de mi resultados y cuando me entreguen un proyecto no podré utilizar la excusa de siempre «es que no sirvo para eso».

Cuando me vaya mal en una relación tendré que aceptar lo que yo hice mal, los errores que yo cometí, las promesas que yo no cumpli.

No. No quiero.

Prefiero decir que soy perezoso, irresponsable, impuntual, impulsivo. Total, parece ser la alternativa más sencilla ¿no?

Tal vez sea más fácil definirnos con un adjetivo negativo que hacer el esfuerzo de mejorar.

Especialmente si consideramos que es más fácil «aceptar» que «cambiar».

Porque claro, no necesitamos realizar ningún esfuerzo extra, solo debemos «aceptar» que somos «así».

Pero ¿a costa de que?

  • A costa de limitar nuestra personalidad por el resto de nuestras vidas.
  • A costa de conformarnos con quienes somos en estos momentos.
  • A costa de nunca tener el placer, el honor, el orgullo de mejorar.

Luego de que me doy cuenta que efectivamente yo soy el «pelao» a quien se refieren en la calle sonrío, me toco la cabeza y sigo caminando.

Yo elegí hace tres años cortarme de esta forma el cabello y, ¿sabes que? Todos los sábados por la mañana tomo la misma decisión y me vuelvo a cortar el cabello porque me gusta.

El día que no desee mantener este «look» dejaré de cortarme el pelo y ya no seré el «pelao» al que gritan por la calle una o dos veces al año.

Pero ¿qué hay de ti?

Hoy yo estoy pasando por la calle y te estoy gritando:

«Impuntual, desorganizado(a), impulsivo(a), tímido(a), serio(a)»

La pregunta es:

¿Vas a aceptar esa definición?

¿O es que acaso ya es momento de que te hagas «un nuevo corte de pelo»? ¿Acaso ya es momento de reconocer que un adjetivo no te define y que tienes la capacidad de mejorar, cambiar, superarte a ti mismo(a).

Creo que ambos sabemos que es momento de expandirte, de progresar, de crecer y la única forma de hacerlo es tomándote el tiempo y poniéndole el esfuerzo a cambiar aquello que solía limitarte.

La pregunta es: ¿qué harás al respecto… específicamente?

 


Nelson Portugal

Nelson Portugal es Consultor en desarrollo personal, fundador del Centro de Crecimiento Integral y autor del libro El Círculo de Crecimiento. Se ha especializado en el diseño de programas formativos dirigidos a jefes y gerentes. Ha sido profesor universitario de la carrera de psicología. Actualmente asesora a empresarios a crecer sus negocios a la vez que disfrutan más de la vida.
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